Escenas del Centenario
Sinopsis
La conferencia focaliza primeramente en la figura de Ricardo Rojas como promotor de los estudios filológicos en el país. Su rol fundacional con respecto al Instituto de Filología y Literaturas Hispánicas “Dr. Amado Alonso” (IFLH) fue central para que se concretara el proyecto y favoreció la llegada de especialistas españoles que dirigieron la institución durante sus primeros tiempos.
Un segundo momento de la conferencia se centra en las querellas en torno a la legitimidad de esos filólogos europeos, discutida por exponentes argentinos con argumentos ligados no sólo a lo científico sino también a la pertinencia de sus labores en relación con la identidad nacional.
Por último, se evoca la figura fundamental de Amado Alonso, cuya tarea pionera al frente del IFLH implicó tal envergadura que aún hoy habilita a la reflexión sobre la vigencia de su legado en los estudios lingüísticos y crítico-literarios que en él se desarrollan.
El Instituto en su historia: figuras, documentos, objetos
Una muestra digital
Los filólogos
Ricardo Rojas
Ricardo Rojas (1882-1957)
Nació en San Miguel de Tucumán. Pasó su infancia y su adolescencia en Santiago del Estero. En 1899 se trasladó a Buenos Aires, donde cursó estudios universitarios de Derecho y Letras. Más tarde, comenzó a dictar clases como profesor de Castellano, Literatura e Historia. En 1914 se convirtió en miembro de la Junta Consultiva de la Institución Cultural Española de Buenos Aires, organismo que promovía las relaciones culturales entre España y la Argentina. Su rol en las universidades de La Plata y Buenos Aires fue fundamental para marcar el rumbo de la educación argentina. Una de sus principales contribuciones a la cultura argentina fue La restauración nacionalista (1909), un libro en el que sostenía que, dada la situación del país, una educación con eje en las humanidades era de vital importancia para su desarrollo, puesto que permitiría recuperar su homogeneidad. En este sentido, lejos de considerar la inmigración extranjera como una amenaza, la consideraba una oportunidad de enriquecimiento cultural y científico. También se destaca su Historia de la literatura argentina (1917-1922), de ocho volúmenes, en la que sistematizó y organizó el material según cuatro constantes: “los gauchescos”, “los coloniales”, “los proscriptos” y “los modernos”. En Eurindia (1924) expresó su interés por rescatar el legado incaico para América, en gesto de oposición al avance de las vanguardias europeas. Esta actitud parecía contraponerse a la labor que desplegó como decano de la Facultad de Filosofía y Letras en relación con la creación del Instituto de Filología. En efecto, decidió convocar especialistas extranjeros para dirigir esa institución, decisión que es fundamentada en el "Discurso inaugural" (1923). Entre 1926 y 1930 fue rector de la Universidad de Buenos Aires. Durante la dictadura militar que se inició en 1930 fue arrestado y puesto en prisión en la cárcel de Ushuaia. En 1955 fue embajador argentino en el Perú. Falleció en Buenos Aires en 1957. La casa en la que vivió las últimas tres décadas de su vida fue donada por su mujer al Estado con el objeto de cumplir el deseo de Rojas de convertirla en museo y biblioteca.
Amado Alonso
Amado Alonso (1896-1952)
Amado Alonso nació en Lerín, Navarra (España) en 1896. Cursó el bachillerato entre 1911 y 1914, primero en Pamplona y luego en Vitoria. Realizó sus estudios superiores de Filosofía y Letras en Madrid entre 1914 y 1918. En 1917, como discípulo de Ramón Menéndez Pidal, se integró al Centro de Estudios Históricos. Entre 1922 y 1924, con una beca de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, se trasladó a la Universidad de Hamburgo (Alemania), donde fue lector de español. Hacia 1927, después de una estancia de estudio en Puerto Rico junto a Tomás Navarro Tomás y Federico Onís, Alonso arribó a la Argentina con un contrato trienal para desempeñarse como director del Instituto de Filología de la Universidad de Buenos Aires, aunque su gestión finalmente se extendió hasta 1946. Su labor trascendió largamente las actividades inicialmente planificadas por el Centro de Estudios Históricos; estuvo signada por una nutrida actividad intelectual que lo convirtió en agente principal de un proceso de modernización del saber lingüístico en todo el mundo hispánico. Su tarea en docencia e investigación significó la incorporación crítica de un conjunto de perspectivas teórico-metodológicas novedosas –principalmente el idealismo y la estilística– y la adopción de la dialectología como marco disciplinar de referencia. En este período, Alonso logró hacer del Instituto de Filología el centro de estudios lingüísticos más activo de América Latina. Dirigió una serie de publicaciones: la Biblioteca de Dialectología Hispanoamericana (1930-1946), la Colección de Estudios Estilísticos (1932-1951), la Colección de Filosofía y Teoría del Lenguaje (1941-1955), la Colección de Estudios Indigenistas (1931-1969), muchas de las cuales fueron recuperadas por los directores que lo sucedieron. Tradujo por primera vez al español el Curso de lingüística general, de Ferdinand de Saussure (ver abajo), para el que compuso un rico prólogo de su autoría. Alonso también fundó y dirigió la Revista de Filología Hispánica (1939-1946), una publicación científica periódica que contó con el aval de la Universidad de Columbia y que procuró replicar en América la Revista de Filología Española (1914-1937), desmantelada junto a otras instituciones culturales por la llegada al gobierno español del dictador Francisco Franco. Lamentablemente, la misma suerte corrió después la Revista de Filología Hispánica. A partir del 1943 la situación universitaria argentina se deterioró significativamente. El gobierno militar instaló en las cátedras a nacionalistas-católicos, tendencia que se profundizó con la llegada del gobierno peronista. A. Alonso fue víctima de maniobras oscuras por parte de las autoridades universitarias, lo que lo llevó a solicitar una licencia para aceptar una invitación de la Universidad de Harvard. Finalmente fue cesanteado en 1946 y tuvo que resignarse al exilio en Estados Unidos. Varios de sus mejores discípulos debieron también exilarse poco tiempo después. Desde Estados Unidos, un año más tarde, fundó la Nueva Revista de Filología Hispánica, publicación (vigente en la actualidad) de El Colegio de México. Falleció en 1952.
Arturo Costa Álvarez
Arturo Costa Álvarez (1870-1929)
Nació en 1870 en la ciudad de Buenos Aires. Hacia 1886, siendo aún adolescente, comenzó a desempeñarse como periodista en el diario La Prensa; con los años se convirtió, paralelamente, en administrador de El Tiempo y colaborador de El Argentino. Desde 1901 residió en La Plata, ciudad en la que, además, desarrolló su más intensa labor docente. Escribió también para La Nación, tarea a la que se abocó, con desigual continuidad, desde 1898 hasta los últimos días de su vida. Tenía un profundo conocimiento de idiomas (francés, inglés, italiano y portugués); ello le permitió traducir al castellano gran cantidad de obras. Además, fue vicecónsul honorario del Brasil y desde 1910 actuó como traductor e intérprete en la Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires. Fue autor de dos libros claves en la historia de los debates acerca de la lengua nacional: Nuestra lengua (1922) y El castellano en la Argentina (1928). Desde la inauguración del Instituto de Filología de Buenos Aires, se mostró como uno de sus principales críticos; hacia fines de la década de 1920, sostuvo una acalorada discusión con Amado Alonso respecto de la tarea de la filología argentina.
Ramón Menéndez Pidal
Ramón Menéndez Pidal (1869-1968)
Nació en La Coruña, Galicia (España). Perteneció a la “generación del 98”. Se formó en la Universidad de Madrid, donde fue discípulo de Marcelino Menéndez Pelayo y, hacia 1899, obtuvo la cátedra de Filología Románica. Fue director del Centro de Estudios Históricos (creado en 1910) y director honorario del Instituto de Filología de Buenos Aires (creado en 1922). Hacia 1925 fue elegido director de la Real Academia Española, cargo que mantuvo hasta 1939 y que finalmente retomó en 1947. Durante la Guerra Civil (1936-1939) vivió fuera de España (en Francia, Cuba y Estados Unidos). Entre sus libros más emblemáticos se encuentran el Manual elemental de gramática histórica española (1904), Orígenes del español (1926) y La España del Cid (1929). Más allá del valor y de la amplitud de sus obras, el principal legado de Menéndez Pidal fue la fundación de la Escuela de Filología Española, a la que pertenecieron muchos de los miembros de la época de oro del Instituto de Filología de Buenos Aires. Falleció en Madrid en 1968.
Jorge Luis Borges
Jorge Luis Borges (1899-1986)
Para comprender el vínculo entre este famoso escritor argentino y los debates acerca de la lengua nacional deben tenerse en cuenta, básicamente, dos acontecimientos. En primer lugar, la publicación de El idioma de los argentinos (1928), un libro en el que tematizaba las dos tendencias en las actitudes hacia la lengua en la Argentina: la españolizante y la criolla. Proponía un uso del español propio de los argentinos y reprochaba al Instituto de Filología la desatención de las variedades locales o criollas en materia idiomática. En segunda instancia, el artículo “Las alarmas del Dr. Américo Castro” (1941), en el que reaccionó ante el libro Las peculiaridades lingüísticas rioplatenses y su sentido histórico (1941), de Castro. Este libro fue considerado una ofensa a la nación, su historia y su modo de hablar por parte de la intelectualidad porteña, crítica de la labor de los españoles en la Universidad de Buenos Aires. Dado que Borges también arremetió contra el Instituto de Filología, recibió una réplica de su director: Amado Alonso.
Vicente Rossi
Vicente Rossi (1871-1945)
Nació en Canelones (Uruguay) en 1871 y murió en Córdoba en 1945. Poseía una formación heteróclita en humanidades. Llegó a la Argentina en 1898. Sus trabajos se ocuparon mayormente de temas gauchescos y sostenían una visión de corte nacionalista. Hacia fines de la década de 1920, comenzó a publicar los Folletos lenguaraces (1927-1945), una serie de cuadernos de carácter fuertemente confrontativo respecto de la visión expansionista de la Real Academia Española y de la labor desarrollada por los miembros del Instituto de Filología de la Universidad de Buenos Aires. Sin embargo, ocupó una posición periférica dentro de los debates sobre la lengua y respecto de las temáticas de la filología académica. Sus críticas y ataques a las actividades y textos de los miembros del Instituto fueron ignorados por estos.
María Rosa Lida
La brillante erudita
María Rosa Lida, dilecta discípula de Amado Alonso, es reconocida mundialmente como una de las más descollantes filólogas del mundo hispanohablante. Dotada de una privilegiada inteligencia y poseedora de una rigurosa formación clásica, su labor crítica sobre la literatura medieval española conserva unánime vigencia, especialmente, el libro La originalidad artística de “La Celestina”.
María Rosa Lida (1910-1962)
Nació en Buenos Aires en 1910 en el seno de una familia judía. Se graduó en el Liceo Figueroa Alcorta en 1927 y en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires en 1932. Se doctoró en 1947, con una tesis dirigida por Alonso sobre la poesía de Juan de Mena. En el Instituto de Filología formaba parte de un selecto grupo de trabajo junto a Raimundo Lida (su hermano) y Ángel Rosenblat, también discípulos del director más emblemático del centro de estudios porteño. Debido al desmantelamiento del organismo a raíz de conflictos con el gobierno peronista, se trasladó, al igual que Alonso, hacia los Estados Unidos. Allí obtuvo una beca de la Fundación Rockefeller, para continuar su formación primero en Cambridge (Massachusetts) y luego en Berkeley (California), donde en 1948, además, contrajo matrimonio con el filólogo ruso Yakob Malkiel. Fue docente en la Universidad de Harvard. Sus dos trabajos más sobresalientes del período fueron La idea de la fama en la edad media castellana (1952) y La originalidad artística de “La Celestina” (1962). Tradujo del griego obras de Sófocles y Los nueve libros de la historia de Heródoto. Falleció en Oakland (California) en 1962.
María Rosa Lida
María Rosa Lida (1910-1962)
Nació en Buenos Aires en 1910 en el seno de una familia judía. Se graduó en el Liceo Figueroa Alcorta en 1927 y en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires en 1932. Se doctoró en 1947, con una tesis dirigida por Alonso sobre la poesía de Juan de Mena. En el Instituto de Filología formaba parte de un selecto grupo de trabajo junto a Raimundo Lida (su hermano) y Ángel Rosenblat, también discípulos del director más emblemático del centro de estudios porteño. Debido al desmantelamiento del organismo a raíz de conflictos con el gobierno peronista, se trasladó, al igual que Alonso, hacia los Estados Unidos. Allí obtuvo una beca de la Fundación Rockefeller, para continuar su formación primero en Cambridge (Massachusetts) y luego en Berkeley (California), donde en 1948, además, contrajo matrimonio con el filólogo ruso Yakob Malkiel. Fue docente en la Universidad de Harvard. Sus dos trabajos más sobresalientes del período fueron La idea de la fama en la edad media castellana (1952) y La originalidad artística de “La Celestina” (1962). Tradujo del griego obras de Sófocles y Los nueve libros de la historia de Heródoto. Falleció en Oakland (California) en 1962.
Américo Castro
Américo Castro (1885-1972)
Pertenecía a una familia española, pero nació circunstancialmente en Cantagalo (Brasil) en 1885. Se licenció en Granada (España) y en 1911 se doctoró en la Universidad de Madrid, institución en la que, como discípulo de Menéndez Pidal, contribuyó a la creación del Centro de Estudios Históricos. Hacia 1915 se convirtió en catedrático de Historia de la lengua castellana. Durante 1923 dirigió el Instituto de Filología de Buenos Aires. De este primer período destacan, entre otras, sus obras La enseñanza del español en España (1922), Lengua, enseñanza y literatura (1924) y El pensamiento de Cervantes (1925). A causa de la Guerra Civil Española, se trasladó a los Estados Unidos, donde se desempeñó en las Universidades de Wisconsin, Texas y Princeton. En 1941 publicó La peculiaridad lingüística rioplatense y su sentido histórico (1941), texto a partir del cual se abrió un fervoroso debate con Jorge Luis Borges y que le valió la respuesta tanto del directamente involucrado como la defensa del entonces director del Instituto de Filología, Amado Alonso. De la última etapa de su producción, la obra más significativa fue España en su historia: cristianos, moros y judíos (1948) –material luego ampliado y complementado en La realidad histórica de España (1954)–, en el que proponía considerar lo islámico y lo hebraico como elementos decisivos en la construcción de “lo español”. Se retiró en 1953, aunque continuó sus viajes por América y Europa hasta 1968, cuando se instaló definitivamente en Madrid. Falleció en Lloret de Mar (España) en 1972.
Carlos María Grünberg
Carlos María Grünberg (1903-1968)
Nació en 1903 en Buenos Aires, ciudad en cuya universidad estudió Filosofía y Derecho. Se formó en el Instituto de Filología. Mientras formaba parte de ese centro, publicó en la revista Martín Fierro un artículo titulado “Un gramático” (1924), en el que ofrecía su réplica ante la embestida propinada al centro de estudios por parte de Arturo Costa Álvarez. Luego se desvinculó del Instituto. Fue un reconocido líder del movimiento sionista y uno de los escritores judíos más influyentes de su generación en la Argentina del siglo XX.
Berta Vidal de Battini
Berta Vidal de Battini (1900-1984)
Nació en San Luis (Argentina) en 1900. En dicha ciudad completó sus estudios primarios y secundarios; después se graduó como profesora de Letras y, más tarde, se doctoró en Filosofía y Humanidades en la Universidad de Buenos Aires. Desarrolló una extensa carrera docente en el Consejo Nacional de Educación. Se desempeñó como docente de Folklore e Historia de la Lengua Española, como investigadora del Instituto de Filología y del Instituto de Ciencias Antropológicas de la Universidad de Buenos Aires. Sus obras más relevantes son El habla rural de San Luis (1949) –séptimo y último tomo de la Biblioteca de Dialectología Hispanoamericana, presentado por Alonso como “la perla de nuestra Biblioteca”– y El español de la Argentina (1964) –un trabajo filológico-dialectológico, de corte didáctico, destinado a orientar la enseñanza del español en las escuelas con el propósito de afianzar la enseñanza de la norma culta a nivel nacional, pero sobre la base del conocimiento de las distintas variedades regionales. Publicó incluso “El léxico español de las Malvinas” (1982), la única porción del país que no pudo visitar personalmente, pero basó su estudio en los datos proporcionados por malvinenses radicados en la Patagonia. Fue elegida Académica de número de la Academia Argentina de Letras en 1983; falleció al año siguiente.
Proyecto de ordenanza del Instituto de Filología
Ricardo Rojas: palabras inaugurales
"Discurso inaugural", Instituto de Filología, Buenos Aires: Talleres gráficos Araujo, 1923.
Atlas lingüísticos
Para conocer, registrar y estudiar los modos de hablar de las personas en distintas regiones geográficas, a comienzos del siglo pasado, se comenzaron emplear atlas lingüísticos, esto es, un tipo especial de mapas en los que se consignaban las formas de pronunciación, las palabras y determinados fenómenos gramaticales de interés. Los datos se obtenían sobre la base de encuestas, para las que se utilizaban cuadernos que guiaban la labor de los investigadores.
Atlas lingüístico de la península ibérica
El Atlas Lingüístico de la península ibérica (ALPI) fue un proyecto elaborado por Ramón Menéndez Pidal y delegado en su discípulo Tomás Navarro Tomás. El ALPI comprendió el estudio de 527 localidades de la región, mayormente pueblos pequeños. Hoy está disponible en internet
Primeras publicaciones del Instituto de Filología
Cuadernos
Los Cuadernos (1924-1926) constituyeron la primera publicación del Instituto de Filología, que contenía artículos de breve o mediana extensión. Esta serie, de siete números, reunió trabajos –algunos previamente editados– de consagrados representantes de la filología románica (Ramón Menéndez Pidal, Tomás Navarro Tomás y Max Leopold Wagner) y de miembros destacados del Instituto (Manuel de Montoliu y Pedro Henríquez Ureña).
También incluyó contribuciones de investigadores en formación del Instituto, quienes abordaron temas de cultura española medieval (Ángel Battistessa y Ana Julia Darnet) y la variedad rioplatense del español (Mauricio Schneider), en algunos casos bajo la influencia de las lenguas inmigratorias (Renata Donghi de Halperín).
En líneas generales, los artículos reflejaron los intereses de la escuela de filología española, de modo que aunque refirieron a fenómenos de dialectalización, establecieron la norma culta castellana como modelo de corrección lingüística.
Boletín
El Boletín del Instituto de Filología (1926-1927) fue la segunda publicación lanzada por el organismo. No solamente incluyó una serie de artículos y notas de algunos de sus miembros (Manuel de Montoliu, Ángel Battistessa, Ana Julia Darnet y Amado Alonso, entre otros), sino que además reunió el discurso del entonces decano de la Facultad, Ricardo Rojas, con motivo de la inauguración del Instituto en 1923, y los discursos de asunción de Américo Castro (1923), Agustín Millares Carlo (1924) y Manuel de Montoliu (1925), los tres primeros directores.
Revista Filología
La Revista de Filología Hispánica (1939-1946) y Filología (1949-actualidad) son las dos publicaciones científicas periódicas que ha tenido o tiene el Instituto de Filología, ambas con gran relevancia en su historia. La primera surgió de un proyecto editorial que Amado Alonso intentó poner en marcha desde sus primeros años en Buenos Aires –procuraba replicar en América la Revista de Filología Española (1914-1937)–, pero que logró concretarse recién hacia fines de la década de 1930. Su publicación se interrumpió en 1946, año en que Alonso, tras solicitar una licencia y desplazarse hacia la Universidad de Harvard, fue cesanteado por los interventores de la Universidad de Buenos Aires. En 1949, el último director español que tuvo nuestro instituto, Alonso Zamora Vicente, puso en marcha una publicación periódica vigente al día de hoy: la revista Filología.
“La situación me obliga a decir que el Instituto ha ganado para la Argentina la consideración del mundo científico, del pequeño y esparcido mundo científico, en esto: que gracias a él, en la Argentina se cultiva con seriedad una de las ciencias. (…) Los que allí trabajamos, como otros en otros puestos, lo hacemos por cumplir con nuestra propia vocación y por hacer lo más decentemente posible la tarea que nos toca en la comunidad a que pertenecemos y en el suelo donde se desarrollan nuestras vidas, o sea, en nuestra patria, si ustedes me lo permiten. Y haciéndola entre todos, no vamos a andar debiéndonos por ello los unos a los otros.”
–Amado Alonso, “A quienes leyeron a Jorge Luis Borges en Sur Nº 86″, Sur, Nº 89, febrero de 1942, pp. 79-81.
Curso de lingüística general
Ferdinand de Saussure
La primera traducción al español del Curso de lingüística general (1916) de Ferdinand de Saussure, seguramente la obra más influyente de la disciplina en el siglo XX, fue realizada por Amado Alonso y publicada en 1945 por la editorial Losada, fundada en Buenos Aires por Gonzalo Losada tras su exilio debido a la guerra civil española. El material formó parte de colección de Filosofía y Teoría del Lenguaje (1941-1955) del Instituto, surgida en un período en el que la crisis del libro en España había convertido a Buenos Aires en el principal centro editor de habla hispana. El plan original de Alonso, director de la colección, consistía en la traducción de “diez libros fundamentales de lingüística general”. Además del Curso, se publicaron tres volúmenes: El lenguaje y la vida (1913) de Charles Bally en 1941, y Filosofía del lenguaje (1923) y Lengua y cultura de Francia (1929) de Karl Vossler en 1943 y 1955, respectivamente.